lunes, 27 de junio de 2011

Separata


Algo raro me estaba pasando en el hotel,
estaba solo,
tan solo como un hombre a veces debe de estar.


Sabía que casa, mi casa
estaba lejos, lejos, lejos, lejos de todo,
y faltaba poco para subir otra vez a tocar.


Y tal vez no tuve ganas de verlos,
de estar con ustedes.


Y quedé solo en mi cuarto
leyendo de un ave
que vuela y no muere.



                                                       Charly García

martes, 7 de junio de 2011

I

Quién hace tanta bulla y ni deja
Testar las islas que van quedando.

  Un poco más de consideración
en cuanto será tarde, temprano,
y se aquilatará mejor
el guano, la simple calabrina tesórea
que brinda sin querer,
en el insular corazón,
salobre alcatraz, a cada hialóidea
                    grupada.

  Un poco más de consideración,
y el mantillo líquido, seis de la tarde
      DE LOS MÁS SOBERBIOS BEMOLES.

   Y la península párase
por la espalda, abozaleada, impertérrita
en la línea mortal del equilibrio.



                                                          César Vallejo

La violencia de las horas

  Todos han muerto

  Murió doña Antonia, la ronca, que hacía pan barato en el burgo.

  Murió el cura Santiago, a quien placía le saludasen los jóvenes y las mozas, respondiéndoles a todos indistintamente: «Buenos días, José! Buenos días, María!» 


  Murió aquella joven rubia, Carlota, dejando un hijito de meses, que luego también murió a los ocho días de la madre.

  Murió mi tía Albina, que solía cantar tiempos y modos de heredad, en tanto cosía en los corredores, para Isidora, la criada de oficio, la honrosísima mujer.

  Murió un viejo tuerto, su nombre no recuerdo, pero dormía al sol de la mañana, sentado ante la puerta del hojalatero de la esquina.

  Murió Rayo, el perro de mi altura, herido de un balazo de no se sabe quién.

  Murió Lucas, mi cuñado en la paz de las cinturas, de quien me acuerdo cuando llueve y no hay nadie en mi experiencia.

  Murió en mi revólver mi madre,en mi puño mi hermana y mi hermano en mi víscera sangrienta, los tres ligados por un género triste de tristeza, en el mes de agosto de años sucesivos.

  Murió el músico Méndez, alto y muy borracho, que solfeaba en su clarinete tocatas melancólicas, a cuyo articulado se dormían las gallinas de mi barrio, mucho antes de que el sol se fuese.

  Murió mi eternidad y estoy velándola.



                                                                              César Vallejo