sábado, 18 de febrero de 2012

XXIV

Convivo con la extraña sensación
de haberme iniciado en los placeres
y finalmente haber llegado a vos
sin que sufras por mi fiebre ni despiertes.

Puedo abstraerme incluso de tu moral
y sanar mis encantos luego
sin dejar de lado mi apariencia natural
o de seducirte para mantenerte lejos.

Vivo constantemente en el abismo
donde lo siniestro abunda
encarnado en cada gesto burdo.

Vivo para mantenerte en vilo,
sintiéndote pendiente
de mi padecer absurdo.

Intuis perfectamente
que mi mundo gira pero al revés
y percibís esa distancia
que te impone perseguirme,
acortarla hasta ver
que solamente obtenés
lo que siempre atribuiste a lo prohibido.

Como siempre, yo te invito
a que compartas tus placeres conmigo
y te convido lo que confluye
tan extraño, tan ajeno del sentido común.

La zozobra domina mi existencia
y mi certeza solo pide un poco más
de aquello que nunca obtendré.

Pero tu mirada, siempre posada en mí,
me alimenta, me conmueve, en verdad,
sublima y contenta los impulsos
que retuercen lo inexistente
sobre sí.

Todo lo pesado y virginal de tu presencia
explicita ciegamente mis tendencias
a sofocarme en lo inmediato,
desde afuera, presente.

Incluso ahora necesito relajar
y distender las conexiones de mi mente,
mantener la discordancia para siempre,
y encontrar algo de humanidad.

Sincerarme con vos y conformarte,
aunque sea en algo simple,
para recibirte una vez más sin preocupaciones
y silenciar por un rato mi padecer.

Asimetría en mil rostros
que se presentan falciformes
en el umbral de mi mondo inerte
inmenso en tu singularidad uniforme.

Anticipo como el vidrio
de tu existencia debilita y resquebraja
el majestuoso acontecer
de tu infancia envuelta en sedas y brazas.
Participo en tu delirio
conforme a lo que tu existencia abraza.
Pavoroso desvanecer
emparentado con la sangre
que desnuda se levanta
y mortifica el lirio que acompaña
lo inevitable, lo que sencillamente avanza.

Atraigo a mi ser la fatiga,
prima ajena y cercana de la muerte,
para que de una vez me diga
cual de todas las posibles suertes
será la que maldiga
mi desvaneciente entrega
a tu beldad aparecida.

Presiento lo inevitable del destino
y me dirijo a vos,
que voluptuosa derrochás mi vida en tus versos,
agotando mi belleza con tus notas.

Je peux dire
que la vie n'est qu'un moment de fatigue
qui est imprimé sur l'idée
d'un monde libre
dans les livres
que j'ai lus.

Puedo ubicar en mi sobriedad
lo fino de mi existencia,
lo útil de mi pensamiento,
lo único que puede hacer frente
a la decadencia impuesta
por el doble discurso dominante.

                                                    Manuel Ojeda Saavedra

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