jueves, 7 de abril de 2011

I

La Sangre brota en el manantial
de besos y visiones del pasado,
donde el fulgor que nos imprime
toda su inocencia ha demostrado
que no sólo el dolor y la ignorancia
nos conectan al mundo
tan sencilla y fugazmente alterado
por la sien de algún hombre perturbado.

¿Qué voces sabrán nacer
cuando el silencio las oprima
y la música del mundo
sea el llanto que combina
tan mortalmente, la lluvia que resuelve,
el cielo que una vez más
no da otra cosa que vejez?

Quizás la vida que una vez supimos
hoy sólo sea un espejo, un fluido
que tal vez nos resuelva
otro infinito, que comprenda
que el interés es ausencia
y la sensualidad una escama,
pequeña, frágil y sedienta
de lo que una vez fue
tu cielo, tu espejo, tu vida.

Pero quizás el espejo,
tan solo el espejo de llanto e ironía
cubra todo con su reflejo
y tu vista no vea más que hacia sí
en un infierno de repetición
cada vez más brusco y obsoleto
que tal vez te contente,
pero que sólo te conecta
a toda la ferocidad
que una vez más
nos sella hacia adentro la carne,
nos quema vivos el alma
y nos baña en esa cera caliente
de un mundo sin verso ni poesía.

                                       Manuel Ojeda Saavedra

No hay comentarios:

Publicar un comentario