Salgo de mi letargo banal,
de la flor matutina,
de la santidad del vacío,
a la madre del espejo.
Salgo de esta vorágine de velos,
de esta orquesta de gemidos,
de mi sábana de infiernos,
al rosario de tu sexo.
Salgo de una instantánea de Prévert,
de una gimnopedia de Satie,
de un balazo del Momô,
a un presente fumigado
Por la fiebre,
por el agua,
por el semen plateado
del vitral nocturno.
Manuel Ojeda Saavedra
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