miércoles, 20 de abril de 2011

III

Toda el agua y todas las hojas.
Todo el silencio y toda la ligereza.
Toda la infancia y todo aquel vitral.
Todo aquello hoy es agonía.
Tu cara y tu nombre
ya no me encuentran
entre las pálidas piernas
de alguna mujer sin cabeza.
Tu voz y tu silencio
ya no me encuentran
bajo los efectos
de algún elixir infernal.
Hoy sólo yo me encuentro
y sólo yo me quiero encontrar.
Hoy y mañana y ayer también.
Toda tu vida sólo me inspira
a ser o hacer un agujero
en el lenguaje que cabalga
sobre caballos sombríos y famélicos
dentro de tu cabeza llena
de ideas eternamente infantes.

                                            Manuel Ojeda Saavedra

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